Agua
El próximo jueves 22 de marzo es el Día Mundial del Agua. El lema de este año será "Afrontar la escasez" porque el agua, aunque a los occidentales nos parezca que es un recurso inagotable, es un bien escaso. Se calcula que el 21'8% de la población mundial no tiene agua potable. Cada día mueren 4.000 niños en el mundo por falta de agua para beber y de una higiene adecuada.
Con motivo de la celebración de este día La 2 emitió en su espacio "La noche temática" un documental titulado "Un mundo sin agua" que contó cómo influye la escasez de agua en las vidas de familias de distintos lugares del mundo como India, Bolivia o Detroit.
En la India, un agricultor se queja de que sus pozos se están secando desde hace 5 años. La causa es una fábrica de Coca-Cola que han instalado cerca y que saca el agua para sus refrescos de los acuíferos de los que se nutren los pozos de los campesinos de alrededor. Coca-Cola niega los hechos, por supuesto, y achaca esa escasez de agua a la caída en el nivel de precipitaciones. En el documental muestran un gráfico en el que se ve cómo cae en picado el nivel de agua de los acuíferos desde el momento en que se instala la fábrica. Al parecer se necesitan 3 litros de agua para obtener 1 litro de refresco. Los campesinos están desesperados porque cada vez tienen que perforar más hondo para obtener agua. Temen que sus hijos mueran de hambre y sed.
En Bolivia, una familia, también campesina, carece de agua corriente porque la empresa francesa Suez, que gestiona este recurso, les pide 200 dólares por hacerles la conexión del agua a sus casas. El salario medio en Bolivia es de 60 dólares. Los niños no tienen agua para lavarse ni apenas para beber y enferman por ello. Suez se defiende diciendo que el 98% de los bolivianos tienen agua gracias a ellos, pero en el documental nos cuentan que esa cifra se refiere a las personas que tienen una tubería de agua en su calle, no a las que realmente tienen agua en sus casas. Al final, el padre de esta famlia se ve obligado a hacer una conexión ilegal a la tubería que transcurre por su calle para que sus hijos puedan beber agua y lavarse.
En Detroit, una familia pobre de los suburbios cuenta sus penurias sin agua. La empresa privada que gestiona la distribuación del agua les ha cortado el suministro porque no han pagado los recibos. No son los únicos de su barrio sin agua. La madre cuenta que dejó de pagar cuando a su marido le diagnosticaron Alzheimer y tuvo que abandonar su trabajo para cuidarle. Llevan dos años sin agua. La consiguen pidiéndola a otros familiares. En servicios sociales intentan ayudarles pero la empresa del agua se niega a anular las facturas. Finalmente, esta familia también tiene que conectarse ilegalmente.
El Banco Mundial defiende la privatización del agua porque esto aumentaría su disponibilidad ya que, al tratarla como un producto más del suelo (como el petróleo, por ejemplo), empresas privadas se animarían a invertir en la búsqueda de este recurso. Pero eso significaría que el agua estaría disponible sólo para el que pueda pagarla, ya que el coste del agua no incluiría sólo lo que cuesta extraerla y distribuirla, sino lo que el mercado esté dispuesto a pagar por un bien escaso.
Actualmente un habitante del sur consume un promedio de 20 litros de agua por día. Un estadounidense supera los 600 litros.
Y mientras en España, nuestros políticos se dedican a proyectar megaurbanizaciones con campo de golf por todo el territorio incluidas zonas dónde los niveles de agua son menores del 30%, casi todas las casas de nueva construcción tienen piscina, incluso algunas de protección oficial, y en cuanto caen cuatro gotas se acaban las restricciones de agua y podemos volver a malgastarla, como ha pasado en la Comunidad de Madrid.
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