Últimos días
Se acerca el último día del año, más rápido de lo que yo hubiese deseado. El martes ya estaremos en el 2008. Me parece increíble que hace sólo 8 años estuviésemos, a estas alturas de mes, pendientes de si la llegada del año 2000, que algunos se empeñaron en llamar llegada del nuevo milenio, se cargaría de un plumazo la civilización entera simplemente a causa de un pequeño fallo de programación. Todavía quedaban un par de años para que empezasemos a pagar en euros en vez de en nuestras familiares pesetas. El precio de los pisos estaba empezando su fulminante ascenso, pero nadie se imaginaba que por un piso de 60 m2 en un barrio humilde de Madrid, como es Vallecas, pudiesen llegar a pedir 40 millones de nuestras antiguas pesetas.
Y ya estamos en el 2008. Y casi no me he enterado de que ha pasado el tiempo. En estos 8 años me han pasado cosas muy importantes, como empezar a trabajar o independizarme. También han pasado cosas malas, es inevitable. Y lo más extraño es que tengo sentimientos ambivalentes. Por una parte, estoy muy contenta de haber llegado hasta aquí pero, por otra, no me importaría nada volver al 2000, no me importaría volver a vivir muchas de las cosas que me han pasado en este tiempo, así que supongo que eso significa que he sido feliz.
No me gustan los fines de año. Hacen que me sienta rara. No me gusta el ritual de las campanadas, no me gusta el día 1 de enero, a pesar de que es fiesta, no me gusta cómo me hacen sentir estos últimos días del año. Es algo que me pasa desde hace tiempo, no diría que desde que era una niña pero sí desde que comencé a perder la ilusión por las navidades. Y más que el día de navidad odio el día 1. No quiero que llegue, pero llegará. Y lo odiaré, como todos los años. Y luego llegará el 2 de enero y empezaré a acostumbrarme a la nueva fecha, y se me olvidará todo.
Así que ¡Feliz 2008!